martes, octubre 02, 2007

unos primos

Mientras me oigo todo el disco de “The Hall Effect” (juemadre! Que banda… que banda!) les cuento que tengo tres primos, hijos de un mismo papa en diferente mama, como dicen por ahí: “con la misma pero en diferente mujer”.
Los tres han sido muy allegados al resto de la familia, y solo se llevan 1 año casi exacto entre los tres y también se llevan muy bien entre ellos, al final uno diría: les tocó, porque mi tío decidió no quedarse con ninguna de sus mamas sino después de 2 niñas, se quedo con su quinta esposa, con la que no ha tenido hijos y ni creo que los vaya a tener porque el ya tiene como 65 y ella debe estar por ahí en los 50… pero sorpresas te da la vida y de pronto algún día la señora termina embarazada y todo el mundo va a creer que es de mi tío… cosa que particularmente… yo dudaría.
Pero bueno, los 3 primos: Ignacio –Nachito-, Fernando –Ferchito- y Francisco –Pachito- han sido reconocidos en mi familia como “los retintos”. Paréntesis para indicar que no son negros, sino bastante oscuros, es decir: trigueños oscuros, ligeramente mas clara que la raza Hindú (a propósito, no se dice hindú, se dice india porque el hinduismo es una religión… eso me lo explico la hija de uno de los exembajadores de India aquí en Colombia… mamacita ella)… Y los retintos han sido bastante arrechos, como para que ni siquiera mis tías se atrevieran a negar los genes del papa… y por arrechos es que les han pasado varias cosas como la que viene enseguida.
Resulta, pasa y ocurre que a mi abuelo le fue mas o menos bien en la vida. El hombre se forjo prácticamente solo porque el fue “hijo natural” de un tipo rico y con apellidos notables que como un gran favor decidió “regalarle” a mi abuelo su segundo apellido… que generosidad ah???. Bueno, a mi abuelo como que poco le importo eso y el hizo su vida por su propia cuenta, empezando en un pueblo cercano y terminando en mi ciudad, puso dos negocios después de realizar otros cuantos y termino con una pequeña fortuna (mucho mas pequeña cuando mi papa y mis tíos y tías se la repartieron) que les permitió a el y a la familia darse algunos lujos a pesar de la magnitud de la misma -9 hijos!-.
Uno de esos lujos fue una de las fincas, la mas cercana a la ciudad, llamada por nosotros “El tesoro”, la cual estaba digamos en una vereda conocida como “la solterona”.
En “El tesoro” se vivieron muchas aventuras y muchas cosas. Allá veraneábamos también, pero los veraneos eran diferentes porque generalmente eran llenos de gente. Al tratarse de un lugar a 15 minutos de mi ciudad, le quedaba muy fácil a mucha gente ir a visitar a la familia de mi papa y por lo tanto la gastadera de plata en el mercado era brutal… incluso recuerdo un veraneo en el que en solo 15 días se mataron 5 vacas para darle comida a todo ese gentío que nos hizo el honor de visitarnos.
Bueno, como ni todo lo bueno ni todo lo malo es eterno, tuve un tío que se dedico a la “administración” de las fincas de mi abuelo y la verdad, nadie sabe que se hizo la plata que generaban esas fincas, porque a pesar que la del Tesoro producía guayaba en cantidades absurdas; tantas que recuerdo que al final de las cosechas, se llevaba una recua de 20 o 30 marranos que se encargaban de “limpiar” los potreros donde estaban los árboles y en solo 1 mes quedaban lo suficientemente cebados para ser vendidos de inmediato. La otra finca era ganadera y eso da mucha plata.
Pues mi tío prácticamente evaporó esa plata, porque ya en esa época poco se veraneaba y además toda la familia estaba desperdigada en sus propias casas, es decir que la casa paterna ya no generaba tantos gastos.
El cuento es que a mi tío le quedo tan grande la administración de las fincas que empezó a deberle a la gente que contrataba, a pesar que mi tío ni siquiera estaba casado, o tenia hijos o se la pasara borracho o donde las putas, no… mi tío era hasta juicioso… eso si, comelón y mecatero pero juicioso… y la verdad no era que le gustara el caviar o algo así, pero ah cosa extraña, el hombre ni tomaba ni se enmarihuanaba, nada, sano… y así y todo… era un mago!
Bueno, fueron tantas las deudas que un día los campesinos ofendidos decidieron invadir uno de los potreros de la finca y sacar algunas de la reses y las vendieron dizque para cubrir las deudas… y mi tío no dijo nada, no le contó ni a mi papa ni a ninguno de sus hermanos.
Y después se la montaron: cada semana eran 2 o 3 vacas menos, se quedaban con la cuarta o tercera parte de las cosas que se cosechaban en la finca y nadie se enteraba, solo mi tío.
Hasta que un día decidieron invadir casi media finca… se apoyaron en un movimiento indígena y terminaron apoderándose de los terrenos mas lejanos a la casa de la finca y una noche mataron al mayordomo quien seguramente se opuso a alguno de los abusos de los invasores.
Al otro día, la familia que desde hacia unos 3 o 4 años había dejado de veranear en El tesoro, se enteró de que prácticamente la finca ya no les pertenecía y entonces en un intento desesperado recurrió a la policía para intentar un desalojo, el cual no solo fue infructuoso sino que hasta tuvo el saldo de 3 campesinos y un policía muertos. Mi papa y algunos de mis tíos fueron a presenciar el intento de desalojo y casi terminan golpeados porque la vaina fue bastante violenta.
Por supuesto a la finca nadie volvió… o si iba alguien, la permanencia no duraba ni una hora. No obstante esto, la finca siguió siendo propiedad de la familia mientras la negociaban con el Incora y seguía generando gastos como el cuidado y los pocos ingresos cada vez eran menores porque nadie se preocupaba por ponerla a producir.
Pero a Pachito, Nachito y Ferchito un día se les ocurrió volver, en un extraño intento de congraciarse con mis tías y mis tíos, con la disculpa que a ellos casi nadie los conocía y contando con la nostalgia de la familia como cómplice de la gesta heroica que ellos pretendían realizar.
Obviamente a su regreso fueron recibidos como unos valientes aventureros y dieron detalle de cada una de las zonas aledañas a la casa. Lo que nadie supo en ese entonces era que ellos sacaron copias de las llaves de la casa y de la portada de la finca.
Cuando uno tiene menos de 22 años suele cometer bastantes estupideces y precisamente ellos no fueron la excepción. Con las llaves encima y el antecedente que no les había pasado nada, decidieron realizar una fiesta privada en la casa de la finca, tan privada que los invitados eran solo ellos 3 y 3 hembritas que estaban listas para pasar por el desnucadero.
Ese mismo día fueron temprano a darle vuelta a la casa a ver el estado de suciedad y la primera estupidez fue hacer llamar a la señora encargada del aseo y decirle que tenia que tener la casa muy limpia para esa tarde.
Por supuesto los señores llegaron a la finca como unos dueños y señores intentando deslumbra a las féminas para ir aflojándoles las piernas.
Paso la tarde, entra la noche y con ella, las parejas empiezan a soltar sus instintos y seguramente cuando ya al menos alguna de las parejas se encontraba en plena copula, unos gritos y antorchas fuera de la casa delatan la presencia de los invasores de la finca que quien sabe si temerosos de pensar que la familia intentaba retomar sus dominios deciden intimidar a los visitantes.
Las niñas no sabían exactamente que pasaba, simple y llanamente porque ellas no tenían ni idea que se encontraban en una finca semi invadida y mucho menos que mis primos no tenían ni el permiso ni la autorización para estar allí.
Cuenta Pachito que ni siquiera sabe si fue Nachito o Feuchito quien salio completamente desnudo y se arrodillo a llorar en la mitad de la sala, el otro, en calzoncillos, trató de huir por la puerta trasera, la de la cocina y se encontró con 2 campesinos con machete y antorcha que lo hicieron correr a abrazarse con su hermano y acompañarlo con sus lagrimas.
Pachito, medio atormentado porque primero la niña no se lo había querido soltar hasta ese momento, en medio del caos que puede significar esto para un hombre, tuvo mas cabeza fria para esconderse detrás de una de las camas mientras las niñas comenzaban a ponerse nerviosas y a preguntarles a los gritos a los valientes aventureros de días atrás qué estaba pasando.
Ellas al ver el estado de indefensión en el que se encontraban, decidieron salir y prácticamente enfrentar a la turba. Nachito y Ferchito seguían llorando y seguramente contaban los segundos que les quedaban de vida mientras Pachito trataba de escuchar lo que hablaban las niñas con los campesinos con resultados casi nulos.
El cuento fue que de un momento para otro el sintió que las niñas se alejaban y pocos minutos después las llamas dejaron de iluminar el ambiente… aunque aun se oían los sollozos de Nachito y Feuchito.
Salieron y no encontraron nada… solo el carro pinchado en sus 4 llantas y la de repuesto y ni rastro de las niñas o de los campesinos. El mayordomo salio de su casa y dijo no haber sentido nada ni siquiera… según el, le dieron “algo” y eso le había imposibilitado darse cuenta de los hechos.
Como a las 7 de la mañana del día siguiente, después de seguramente haber hecho mil malabares para poner a andar el Toyota Land Cruiser modelo 74, Nachito, Pachito y Ferchito llegaron a mi casa con unas caras que francamente daban pena y después de aguantarse la burla de mi papa que los creía enguayabados, se entraron a mi cuarto a contarme la desventura a moco tendido porque ellos creían que a las niñas las habían secuestrado.
Una de las niñas había sido compañera mía de colegio en una de las tantas entidades educativas por las que yo había pasado y sabia donde vivía. Ella además era hermana de un tipo con el que yo solía jugar basketball, a quien llame con la disculpa de saber si iba a ir a jugar ese día y al notar que el no estaba alterado ni nada, sacamos la conclusión que la niña estaba sana y salva porque sino el tipo no estaría tan fresco para salir a jugar. Con mis primos ligeramente mas tranquilos, me fui a jugar con el compromiso de corroborar la información.
Resulta que en uno de los descansos del juego, “bujes” el hermano de la niña me llamo a un lado para ponerme al tanto de lo que había pasado: a las niñas les contaron en pocas palabras toda la historia de la invasión y les sugirieron que era mejor que se fueran porque ellos ya consideraban esas tierras como propias y no querían tener problemas como los que se ocasionaron con el intento de desalojo. Cuando los campesinos se dieron cuenta de las reacciones de mis primos, decidieron amedrentarlos aun mas y darles una lección, por lo que consiguieron un transporte para llevar a las niñas a mi ciudad y hacerles creer a mis primos que las habían secuestrado. Por supuesto contaban con la complicidad de las niñas quienes no iban a salir a contarles a los cobardes de mis primos de la extraña aventura.
El plan se completo con mi regreso a la casa y la llamada que les hice a Pachito, Nachito y Ferchito, para decirles que las niñas no aparecían y que los papas estaban buscándolas por toda la ciudad.
Eso fue como despertarle los sentimientos a ellos quienes de una voz temblorosa pasaron al llanto con una facilidad pasmosa y uno de ellos me colgó de inmediato, para –según supe después- salir corriendo al baño porque “se le aflojó el estómago”.
Mientras tanto me encargue de llamar al primo mas chismoso de todos –si señores, el loco Rafael- para contarle la historia y asegurarme que se encargaría de hacerla saber en cada una de las 5 familias en un tiempo casi record.
En una complicidad impresionante, solo a los 3 días de seguro sufrimiento por parte de Pachito, Ferchito y Nachito, ellos se enteraron que las niñas habían salido sanas y salvas de la finca y que ya no querían saber absolutamente nada de ellos quienes seguramente disfrutaron mas de la aparición de ellas que del posible polvo que se hubieran podido echar con ellas.

1 comentario:

Juanpa dijo...

5 vacas!! wow!

jaja, no me imagino el susto de esos 3 manes!
muy buena historia!