sábado, julio 26, 2008

Las Bermudez

Clara y Adriana Bermudez eran dos hermanas, una de de 19 años y la otra 19 años y 10 meses, lo que en otras palabras significa que el papa no dejo descansar a la mama ni en la dieta. Alguna arrechera que les dio a los dos en esos días, provocó un nuevo –y niansesabe si deseado o no- embarazo, del cual nació Clara.

Y eso de las arrecheras pudo haber sido hereditario para ellas.

Las dos eran bastante apasionadas, aunque ahora que lo escribo… me parece que mas bien eran bastante “calienticas”… así suena mejor. Yo les había oído a algunos –o varios- amigos, que ellas no lo pensaban mucho en el momento de dárselo a algún tipo y que además no tenían ningún inconveniente si la una se enteraba de lo que hacia la otra. Por el contrario, cada vez que la una lo hacia, la otra como que estaba al lado haciéndolo desde 5 minutos antes

Clara y Adriana jugaban basket en la selección de mi ciudad y como yo también estaba en la selección, un día con Clara coincidimos en el receso de un entrenamiento y nos pusimos a charlar. Obviamente la charla fue ingenua y de alguna trivialidad, pero lo importante era que se hizo el acercamiento y ahí se había dado un primer paso. Después de eso, ya nos saludábamos! Cosa importantísima cuando se tienen 17 años y a uno lo saluda una niña mayor con buena presencia.

El basket siguió uniéndonos a Clara y a mi porque incluso llegamos a ver partidos juntos, no precisamente solos los dos, pero si en grupo, aunque uno sentado al lado del otro y comentando las jugadas. Eso fue así hasta que un día llegó la invitación de un colegio de Buenaventura para que las selecciones masculina y femenina de basket de mi ciudad fueran a jugar allá en un cuadrangular, y a la hora de montarnos en el bus “me toco” el asiento justo al lado de ella.

El viaje fue bastante incómodo porque primero el bus era una porquería, segundo porque yo me sentía nervioso y además varios de mis compañeros me la montaron todo el camino y tercero, porque apenas me desperté del primer sueñito que me eché me di cuenta que tenia una “parola” bastante evidente que no se me bajaba por nada del mundo… incluso, a veces sentía que se me acrecentaba apenas me medio rozaba con Clarita.

A Buenaventura llegamos después de cómo 8 horas de viaje, con varada incluida, y afortunadamente nos hospedaron en el Hotel Estación que era como el mejor de ese sitio. Fuimos por la noche al colegio que nos invitaba dizque a una especie de bazar que en realidad parecía un ensayo para el juicio final por la cantidad de parejas a las que solo les bastaba desvestirse para culear sin ropa, porque ahí ya habían traspasado las fronteras éticas de la bluyineada.

Nosotros salimos de allí de cierta manera medio calientes y conscientes que los negros tienen mucha mas libertad y son mas expresivos en los temas sexuales, lo cual a muchos del equipo se les alborotaron las ganas de comer negra… a pesar de que muchos de ellos para ese entonces todavía ni siquiera habían comido blanca. En una banca de un parque terminamos sentados Clara, Adriana, “Quejas” (Alejandro otro de los de la selección que también media 1.90 como yo) y yo… comiéndonos un helado y mamando gallo y en no se que momento, resulto Adriana con la mano puesta en mi pierna lo que inmediatamente disparó el efecto viagra y la incomodidad fue terrible, porque estando en pantaloneta y sin nada que ponerme encima, ella inmediatamente se dio cuenta de mi erección y empezó a mirarme con la misma mirada que pone una mujer que se la mama a uno mirándolo fijamente al ojo derecho.

Al llegar al hotel, nos recibieron los entrenadores (“Ñuco” y “Checho”) algo disgustados por la demora y nos mandaron a todos a dormir… lo que fue solo un decir, porque nos las arreglamos para armar bochinche en una de las habitaciones de los del equipo para comentar a las negras buenísimas que habíamos visto hasta ese momento.

En la mañana siguiente volvimos a encontrarnos los equipos masculino y femenino en el desayuno y ahí volví a ver a Clara, a quien vi bellísima recién bañadita, pero al final todo quedo en un saludo porque ellas se fueron rapidísimo porque el partido de ellas era a las 11 am y Checho se las llevó de una para el coliseo. Nosotros llegamos allá para hacerles barra y al final todo salio bien porque ganaron.

A los que no les fue muy bien fue a nosotros, porque el primer partido de nosotros era contra la Selección Valle, donde jugaba un negro gordo que después fue figura nacional: Pedro Ocoró y otros tantos que después también se destacaron en los torneos de baloncesto profesional colombiano… nos pegaron una ventiada que prefiero no acordarme, pero el resultado fue algo asi como 100 – 40.

Aburridos salimos del coliseo de una y nos fuimos para el hotel, donde los mas decepcionados se quedaron durmiendo toda la tarde mientras que los que nos dimos cuenta que las niñas estaban celebrando en la piscina, inmediatamente nos dirigimos para allá y empezamos lo que bien se podría llamar el partido de sexo entre los seleccionados masculino y femenino del departamento de…

Esa tarde noche se prestó para todo, para maniculitetetos mientras dizque jugábamos polo acuático, incluyendo manoseos y requisas exhaustivas que nos hacían las niñas a nosotros hasta la arrinconada que “Quejas” le metió a Adriana en el baño de mujeres de donde no salieron en mas de 10 minutos. Ya por la noche le toco a Ñuco ir a sacarnos de la piscina porque ninguno quería ni siquiera ir a comer comida normal sino que todos estábamos esperando que se sirviera la comida humana que era tan evidente en el ambiente pero que aún estaba cocinándose.

Por la noche hubo escarceos de ir a compartir habitaciones con las niñas, pero en realidad todo se quedo en buenas intenciones porque la marcación de checho y ñuco era bastante asfixiante. Para ellos era evidentísimo que ganas habian… y muchas… de lado y lado. Pero no sabían que ya se estaba urdiendo el plan indicado para que ellos descuidaran la guardia. Las niñas habían hablado con los entrenadores de los otros equipos para hacer una fiesta “de integración” el último día del cuadrangular.

Al día siguiente a los hombres nos llevaron a la playa de la bocana o algo así y a las mujeres las levaron a noseque otro sitio y al regresar a todos nos llevaron al sanandresito de Buenaventura, donde nos compramos muchos pares de tenis porque de verdad que eran baratísimos y algunos se compraron incluso televisores a color que eran bastante escasos en mi ciudad por ese entonces. Todo provenía de lo decomisado en el puerto, todo eso era uno de los resultados de la corrupción de foncolpuertos que mas tarde se conocería en el país. Un ejemplo es que hagan de cuenta que –al precio de hoy- uno podía comprarse unas botas para jugar basket que costaran $250.000 en $50.000.

Bueno, el cuadrangular siguió y al final las niñas terminaron ganando el campeonato y nosotros quedamos de 3º (de 4… hmmmm) Y la fiesta se organizó… y los entrenadores bebieron como cosacos y nosotros también y cuando menos nos lo imaginamos, empezaron los abandonos por parejas y la fiesta fue quedándose cada vez mas sola y con una sola pregunta: “qué… nos vamos nosotros también?” terminamos metiéndonos Clara y yo en su habitación –que compartía con su hermana y con otra jugadora- teniendo un sexo algo accidentado pero delicioso por las ganas que se habían estado acumulando durante varios días… hasta que llegó Adriana con “quejas” a hacer lo mismo sin importarles que nosotros estábamos allí e incluso convidándonos a que lo hiciéramos al mismo tiempo lo cual, a pesar de la evidente inhibición al comienzo, terminó siendo la excusa perfecta para dar una repasadita –esta vez mejor- a lo que habíamos hecho unos minutos antes.

El cuento fue que terminamos juntando las 3 camas para dormir los 4 alli (en vista que la otra jugadora nunca llegó a dormir a su habitación) y fue en la madrugada que decidimos salir con el mayor sigilo, encontrándonos a Ñuco dormido en uno de los pasillos del hotel y a Checho todavía bebiendo con los entrenadores de la selección Nariño… y a otros (as) jugadores (as) haciendo lo mismo que nosotros como para restituir el orden perdido.

A la hora de hacer el balance final, parece que no se quedó nadie sin sexo esa noche… bueno, nadie es un decir.. porque ni Checho ni Ñuco parece que se montaron en el bus correcto. Pero Ñuco tuvo su desquite, porque como unos 2 meses después, mientras jugábamos un partido de los intercolegiados y en el que Ñuco hacia de arbitro, mientras me pasaba el balón para que yo lanzara un par de tiros libres, me dijo cagándose de la risa: “Si sabes que una de las Bermúdez está embarazada, no?”

Menos mal “Quejas” y Adriana se casaron y tuvieron a una niña linda a la que casi le ponen “Buenaventura”, pero yo alcancé a asustarme y boté los dos tiros libres.