martes, septiembre 25, 2007

fiesta en la calle

Tendríamos unos 18 o 19 años cuando una noche, después de dar muchas vueltas en un par de carros que nuestros papas irresponsablemente nos habían prestado, llegamos a uno de los puntos de encuentro de los desocupados y desprogramados (o sin novia) jóvenes de mi pueblito: la cigarrería “Ardú”. Estando allí, después de la consabida vaca para comprarse un “litrico” (de aguardiente, claro esta) y cigarrillos, llegó uno de los personajes de mi tierra: Marinito, quien traía el carro con un poco de gente que no lográbamos identificar, porque el muchacho, muy inteligentemente parqueo el flamante Renault 6 a casi media cuadra de donde estábamos. El se bajó, saludando de afán, en realidad haciéndose el pendejo porque el era verdaderamente muy saludable con todo el mundo, sin embargo esa noche no estaba tan efusivo. A la salida de Ardú, lo llamamos y el bastante esquivo nos dijo que andaba con unas tías… pero no contó que el mismo llevaba una botella de aguardiente y entonces le dijimos: “y es que vas a ir a beber con tus tías?” y el, bastante nervioso nos respondió con un si.
En esas estábamos, cuando de repente una de sus “tías” se bajo del carro, protestando porque según ella estaba asfixiada que por que la estaban “apachurrando” y ahí nos dimos cuenta que Marinito no iba con sus tías, sino que literalmente tenia su carro: LLENO DE PUTAS!
Si señores (y señoras, si ya han tenido el placer), el carro lleno de putas!. Resulta ser que Marinito habia heredado los gustos del papa, quien anteriormente acabó con 2 negocios de la familia por andar puteando, se los bebió en compañía de esas féminas y sus historias eran conocidas en toda la comarca. A mi papa cada vez que veía a don Marino, el papa de Marinito, se le iluminaba la cara con una sonrisa… cosa que no era mas que un gesto de supuesta camaradería y complicidad o quizás de admiración porque probablemente don Marino era mas feliz que muchos de los hombres de su generación, ya que el había podido hacer lo que se le daba la gana, sin importarle ni sus sucesivos matrimonios y mucho menos lo que hacia con su plata.
Obviamente en una ciudad como la mía, no había que esforzarse demasiado para identificar a las mujeres que se dedicaban al oficio mas antiguo del mundo. Los nombres de Diva Navarro y Limbania Bermeo eran no solo míticos sino también referencia para ir a buscar a los hombres perdidos. Doña Zoila frecuentemente tenia que decirle a don Marcos, su conductor: “vaya traiga a Guillermo que debe estar donde Diva o donde Limbania!!!”.
Las niñas (barbichonas), que trabajaban en “Los Helechos” eran mas que conocidas. Uno no solo las veía cuando venia de la finca o de los pueblos cercanos del norte de mi ciudad, sentadas en el anden de la casa, o caminando por las veredas a los lados de la carretera, sino que también se les encontraba haciendo mercado en la plaza o hasta comprando en el “Ley”. Las mamas de nosotros evitaban comprar en los mismos puestos donde compraban ellas y muchas veces se quedaban mirándolas a ver si asi se intimidaban y se iban de la plaza.
Un par de veces –yo iba casi todos los viernes con mis papas a la plaza- fui testigo de garroteras entre “señoras de bien” y fufurufas por el amor (en realidad creo que no había amor sino solo sexo) de fulano o mengano. Las garroteras nunca fueron mas allá de un par de naranjazos, huevazos o tomatazos. He de confirmar que nunca hubo un “papazo” o un “piñazo” o un “repollazo”. Una vez hubo la vaciada de una botella litro de fanta naranja sobre la cabeza de una de las fufurufas, quien se quedó impávida y no pudo hacer nada mas que refunfuñar porque en medio de las señores se metió el conductor de la doña y ahí si no hubo nada que hacer.
Bueno, el caso es que apenas se bajo la niña del carro de Marinito, todos los cromosomas XY, la testosterona y los andrógenos se alborotaron, y del simple silbido del fui fuiu, se paso a llamar a la fémina para que se acercara a donde estábamos todos los que no habíamos probado mujer en esa noche (y quizás desde hacia muchas noches).
La mujer no se quería acercar y Marinito quería mucho menos. El intentó hacerla entrar de nuevo a la lata de sardinas pero no fue posible porque justo en ese momentos las otras 6 acompañantes se fueron bajando una a una, mientras provocaban la felicidad de los mas de 15 hombres que estábamos bastante desprogramados hasta ese momento.
No me acuerdo bien del nombre del dueño de la cigarrería, pero creo que era algo así como Rodrigo, pero el era conocido por tener una mujer de esas “Patico” (pantera-tigre y cocodrilo), a quien le disgustaba tremendamente tenerse que aguantar a púberes como nosotros, porque no solamente nos la pasábamos pidiendo trago al fiado sino también al otro día la señora tenia que limpiar vómitos, orines y quiensabequemascosas, que se dejaban como testimonio de las bebetas que se improvisaban afuera del establecimiento.
Bueno, Rodrigo medio asomó su cabezota cuando oyó la bullaranga que hacíamos los hombres ante el desfile cada vez mas desinhibido que empezaron a hacer las “chikas” de Marinito.
Extrañamente el acercamiento de las muchachas fue inversamente proporcional a la bulla, porque cada vez que daban un paso hacia nosotros, el volumen de la molestadera iba disminuyendo; lo que demostraba que efectivamente unos niños como nosotros les teníamos físico miedo a mujeres tan vividas como ellas.
Entonces, todo el hielo se rompió cuando empezó a circular la botella de aguardiente que teníamos nosotros y la que había comprado Marinito.
Cada vez mas se oían mas conversaciones, o simples preguntas que eran contestadas por las niñas de maneras bastantes graciosas porque todos empezábamos a mostrar sonrisas cada vez mas amplias cuando ellas hablaban.
La situación llegó a tal punto que empezaron a formarse grupitos de 3 o 4 hombres con cada una de las nenas y ya muchos mas “sueltos” empezamos a contar chistes verdes y a soltar carcajadotas, mientras unos preguntaban cosas verdaderamente inocuas, y otros, quizás los mas bebidos, ya estaban hablando de temas rosaditos (no maricas, sino que ya estaban adentrándose al color rojo).
Uno de los momentos mas divertidos de la noche fue cuando alcanzamos a escuchar a un personaje xyz, preguntándole a una de las fufus algo así como “a que te dedicas”.
Ese día nos dimos cuenta que no es cuento que las putas beben mucho, no señor… tampoco es mentira que fuman en cantidades, mucho menos que son muy cariñosas… todo porque en menos de 2 horas, mientras ya Rodrigo había decidido sacar los parlantes de su equipo de sonido a la calle, nos habíamos bebido como 3 garrafas de aguardiente, unas 6 o 7 cajetillas de cigarrillos y algunos de los presentes se daban besos en la boca con 3 de las chicas mas extrovertidas del momento.
La ventaja que teníamos es que recién eran como las 12 de la noche y a pesar de la malacara de la esposa de Rodrigo, quien salio a lo que solo salen las mujeres jartas: a joder!, nos quedaban prácticamente unas 2 horas mas de relajo, porque sabíamos que después de las 2 de la mañana, todos los que andaban con novia, llegarían a Ardú a rematar su rumba –sin novias obviamente- y seria bastante difícil mantener la amistad que habíamos conseguido hasta ese momento.
En esas 2 horas siguientes no hicimos mas que gozarnos los unos a los otros… y digo gozarnos porque así como estábamos nosotros de contentos con las putas, ellas parecían bastante contentas con nosotros, quienes nos habíamos vuelto extremadamente generosos con la plata –que no teníamos- y Rodrigo con el crédito. El trago y los cigarrillos iban y venían mientras las chikas empezaban a mostrar sus dotes bailables en pequeños “ruedos” que les hacíamos los presentes al ritmo de Miami Sound Machine, Frankie Ruiz, Eddie Santiago y cosas por el estilo que estaban muy de moda por esas épocas.
La fiesta fue creciendo a tal modo que en un momento, los que estábamos ensimismados con los movimientos de una de las niñas, volteamos a mirar hacia la derecha, porque otra de las chikas se estaba despojando de su blusa en medio del fragor de la parranda, sin importarle que estábamos en la calle (¡!), siii, en una zona oscura, pero definitivamente en la calle. Así y todo nadie la detuvo, óigase bien… nadie!. Todos nos mirábamos y nos cagabamos de la risa, incluso sus colegas. Marinito era el mas preocupado, pero tampoco hizo nada y la esposa de Rodrigo simplemente se entró.
El show continuó hasta que la muchacha esta quedó en cucos y seguía bailando, bailando a pesar del frío pero feliz, feliz por el ruedo que había crecido y sin preocuparse por la ropa que había desaparecido porque así de chistosos somos los borrachos… La ropa ya estaba en las ramas de uno de los árboles del parque que estaba contiguo al establecimiento comercial… y la niña ni se había percatado de eso.
Como por arte de magia, si, sin ningún aviso, sirena o nada por el estilo, apareció la policía y no fue sino que viéramos el color verde y todos salimos corriendo… todos excepto la niña desnuda y Marinito… hasta las putas se subieron a los carros que habían por allí y arrancamos. Afortunadamente no eran sino 4 policías quienes no pudieron hacer nada contra la estampida paranoica.
Mientras nos reíamos nerviosamente empezamos a preocuparnos por Marinito y entonces decidimos dar la vuelta… pero no a meternos en el asunto sino solo para ver que pasaba. Ardú quedaba justo en una esquina de la avenida mas importante de la ciudad y por lo tanto podíamos hacer recorrido en ovalo para ver que iba pasando. En la primera pasada vimos que Rodrigo no solo había alcanzado a entrar los parlantes sino que hasta, por primera vez como en 10 años, cerró su negocio antes de las 4 de la mañana. La fufurufa alegaba con uno de los policías y a Marinito le estaban haciendo una requisa.
En la segunda pasada, la niña ya estaba cubierta con una chaqueta de un policía mientras Marinito estaba esposado en un poste y los policías trataban de bajar la ropa de la niña que estaba en el árbol
En la tercera pasada Marinito seguía esposado y la niña se estaba poniendo el pantalón.
En la cuarta pasada la niña estaba conversando con un policía y a Marinito lo estaban soltando del poste.
En la quinta pasada, la mama de Marinito, en levantadora hablaba con los policías y al parecer la fufurufa ya estaba subida en la patrulla.
En la sexta pasada ya no había nadie allí y Ardú estaba abierto de nuevo… paramos y nos bajamos a preguntarle a Rodrigo los detalles del asunto y ahí nos enteramos que había sido la esposa de Rodrigo quien llamó a la policía dizque porque iba a prevenir que violáramos a esas pobres muchachas. Que la mama de Marinito cuando llego cogió a cachetadas a su ejemplar hijo y que la fufurufa se había ido –al parecer de fiesta- con los 4 policias (¡!)

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