viernes, agosto 08, 2008

Mi historia con un procer

Tengo un amigo que tiene nombre de universidad: Sergio Arboleda.
Bueno, amigo-amigo-amigo no es, es mas bien un amigo-amigo-amigo, de un amigo-amigo-amigo y aplicando esas leyes incomprensibles de las matemáticas del mas por mas da mas o del menos por menos da mas (o algo asi), yo creo que con Sergio, resultamos solamente amigos.
Este man un día llegó a mi ciudad de vacaciones, junto con Darío, mi amigo-amigo-amigo. Ellos estudiaban juntos en la Nacional psicología y allí como q ya habían hecho una q otra diablura porque eran uña y mugre.
Yo lo vi la primera noche que llego y la ultima… la primera porque estábamos en un evento y el llego allí y se trató de integrar y con el q mas hablo fue conmigo, seguramente porque yo era el mas solo ese día. En fin, el man me pareció muy buena gente y después de la actividad en la que estábamos terminamos tomándonos unos guaros como hasta temprano y todo acabo allí.
Y la ultima vez que lo vi fue porque Darío me pidió el favor de acompañarlo a buscar a Sergio, quien desde ese primer día no volvió a la casa. El man se perdió a pesar que yo lo llevé hasta la esquina de la casa de Darío y pensé que había cogido camino hacia allí…. Pero obviamente el man prefirió aguantarse las ganas de dormir y salio a buscar la vida que no encontraba fácilmente en Bogotá.
Ese día comenzamos buscándolo por la “permanente municipal” que para los que nunca han oído ese término, no otra cosa que la estación de policía a donde se llevan a los indigentes, vagos, indocumentados, borrachos, putas, ladrones de poca monta o a cualquiera que “detengan”… y ahí… a pesar que Sergio podía clasificarse en varios de esos prospectos… allí no estaba. Después fuimos al único hospital y única clínica que había en mi ciudad y tampoco… fuimos al ejercito… nada… fuimos a medicina legal y tampoco y por ultimo fuimos a “Los helechos”, donde una corazonada nos decía que si no estaba allí, al menos habría pasado por allí.
Efectivamente, don Sergio Arboleda estaba allí y no estaba precisamente en calidad de cliente o de puta… estaba “detenido” porque ahí durmió las cuatro noches y cinco días que estuvo en mi ciudad y había “comido a la carta” todos esos días y resulto que se le había acabado la plata y el guevon ni se fue, ni tenia cadena de oro, ni pidió cacao, ni dejó la cédula y estaba debiendo como $120.000, un platal en ese entonces cuando la vieja mas buena de “Los Helechos” costaría unos 15.000 incluida la pieza. Al parecer las opciones eran.. o darle culo a “la torera” (travesti.. mano derecha de Limbania Bermeo, madame del lugar) unas 144 veces, o esperar a ver si alguien se apiadaba de el y lo rescataba como nos toco hacerlo a nosotros.
Como don Sergio era uno de esos personajes desparpajados y convencidos de tener mas de 9 vidas, el primero que todo confió ciegamente en su memoria visual y creyó que era definitivamente muy fácil reencontrar el camino a su casa temporal, en una ciudad en donde cada calle se le parece muchísimo a la calle anterior.
De otra parte tampoco pensó útil aprenderse el numero telefónico de la casa de Darío y mucho menos preguntarle por el nombre de su papa (que también se llama Darío) para poder encontrarlo en el directorio telefónico. NO, a Darío lo único que se le ocurrió fue ir a buscar un sitio donde hubiera trago, putas y una cama para dormir…. Y allí llegó y posiblemente ahí estaría todavía, quizás convertido en otra “torera” si nosotros esa tarde no hubiéramos ido a buscarlo.
Anyway, a Darío si que le toco dejar la cadena esa noche y salir a buscar la plata necesaria para recuperar al prócer e inmediatamente despacharlo en un expreso bolivariano directo a Bogotá con la estricta recomendación al conductor de no dejarlo bajar del bus ni para ir al baño.
Alguna que otra vez yo me reencontré con Sergio aquí en Bogota, seguramente cuando me encontraba con Darío… y una de esas veces, Darío nos confesó que se iba a casar muy pronto porque había embarazado a su novia y tal como ocurre en sociedades como las de mi tierrita, ese era un proceso absolutamente necesario e ineludible.
Adivinen quienes fueron designados como padrinos?.... Si, Sergio y yo.
Y justo con el prócer nos fuimos pa la tierrita en bus y comadreamos todo el camino y gracias a la ayuda de una fiel compañera de “nectar” nos volvimos reamigotes y con la triste noticia de que no iba a haber despedida de soltero, sobretodo por las ganas que tenia Darío de reivindicarse con sus papas, quienes todavía no se recuperaban del golpe de volverse abuelos sin que su querido hijo recibiera su título universitario.
Toco entonces esperarse hasta la ceremonia para ver si aparecían algunas féminas por allí, dispuestas a dejarse manosear, besar y si era posible… culear.
Ya en plena iglesia nos dimos cuenta que las posibilidades eran escasísimas… por no decir nulas… ya que dado el estado de gravidez de la novia no habían pululado las invitaciones a la generación de nosotros… y predominaba ampliamente el nicho “mas de 35” por toda parte. Y solamente vimos… ojo… vimoS a una… Una de las madrinas, prima de la novia, una niña de Buga… vé… que quizás por lo vaporoso de su vestido o por su simpatía, parecía ser la mas indicada para sacar a bailar, para darle trago y tratar de manosearla y cumplir todos los propósitos fijados.
Lo malo es que era solo una…. Y éramos Sergio y yo… y la competencia fue feroz. Hubo otro par de contendientes, a los que superamos fácilmente llevándonos a la madrina a nuestra mesa y allí, contradiciendo a la madre naturaleza, nos convertimos en dos machos en celo e iniciamos una batalla tenaz para decidir quien se quedaba con la alcancía.
Lo que nunca previmos fue que a esta niña le estábamos dando mas trago e importancia de la que debimos y ella, sintiéndose tan deseada, decidió sacarnos el culo a los dos. Pero lo que ella no previó fue que no debió recibirnos todo el trago que le ofrecimos cada uno de nosotros y termino mas borracha que nosotros y casi sin poder levantarse de su silla y mucho menos de dirigirse a la casa donde pernoctaria esa noche, la cual era precisamente el apartamento nuevecito que el suegro de Darío les había regalado y que el todavía no había podido “estrenar” como era debido por andar en los preparativos del matricidio.
Lo cruel de la historia fue cuando después de habernos bebido casi todos los cunchos de las botellas nos encontramos con la susodicha madrina quien bastante desubicada nos pidió el favor de orientarla hacia donde quedaba el apartamento y como el corazón de un hombre es tan noble, procedimos a llevarla hasta el apartamento, lo cual fue claramente un error, porque en el camino, tanto a Sergio como a mi se nos fueron despertando las ganitas de nuevo y empezamos a atacar nuevamente al objetivo, pero quizás por el efecto del trago, el maldito trago, esta vez la niña no fue tan indiferente y empezó a botarnos balones a los dos.
No fue sino que llegáramos para que Sergio botara todo el arsenal y se ofreciera a llevarla cargada hasta la misma cama (que por cierto, en un apartamento de una sola alcoba… cuantas camas pueden haber?) y yo me quedé como una guevita en el camino.
Sergio se demoro… demasiado para lo que yo me imaginaba y entonces decidí entrar a ver que estaba pasando y fue –como dicen en las telenovelas- cuando los vi besándose… oh!
Y cuando me di la vuelta para irme, oigo la voz de la madrina diciendo: Ve… J… vení…
Y a pesar que a uno, en décimas de segundo, se le atraviesan por la cabeza una cantidad enorme de ocurrencias, preguntas, dudas, que si será que no oí bien o que, que si será que es un sueño, que que es lo que está pasando… a pesar de todo eso, a uno, el diablito que le habla a la oreja a uno mas duro que el angelito, me hizo devolverme de inmediato y agarrar a besos a la susodicha e irnos de trío con la madrina, el prócer y yo.


(foto sacada de aquí)

Menos mal la rasca de la niña le impidió ser demasiado imaginativa y no nos puso a descubrir nuestro lado femenino y todo termino mas bien rápido y nosotros salimos de allí casi sin decirnos ni una palabra cosa que ha pasado incluso hasta estos momentos de la vida. El sábado pasado me reencontré con el prócer y a duras penas nos saludamos y nos presentamos a nuestras respectivas esposas y ya… eso fue todo.
Y esta q sea una oportunidad para que Darío (a pesar que no sabe que yo soy yo y que yo tengo un blog) sepa que fuimos su dos grandes amigos-amigos-amigos los que le estrenamos la cama.